En el 2020, la tasa de participación laboral de las mujeres en América Latina y el Caribe se situó en 46%, mientras que la de los hombres en 69%. Un promedio de 55% de mujeres en la región desempeñan actividades en sectores económicos relacionados con los cuidados y los servicios de salud, educación, trabajo doméstico, turismo y comercio, siendo los tres últimos los que se caracterizan por bajos salarios y mayores tasas de informalidad, donde menos del 45% se encuentra amparado con los beneficios sociales de ley (i).
Como resultado de la pandemia se registró una contundente salida de mujeres de la fuerza laboral, quienes, por atender las demandas de cuidados en sus hogares, no retomaron la búsqueda de empleo (ii). Según un informe de la OIT, de los 23,6 millones de puestos de trabajo que perdieron las mujeres en el peor momento de la crisis del COVID-19, a fines de 2021 aún faltaban por recuperar unos 4,2 millones. Esto significó una tasa de desocupación de 12,4% en 2021 y 2022, la cual, está por encima de la tasa general de desocupación, de 10% y 8,3% de los hombres.
A esta realidad se suman otros factores comunes que contribuyen a que el alcance de la justicia económica siga siendo una deuda histórica para las mujeres en América Latina y el Caribe:
• Brecha salarial: En promedio en América Latina las mujeres ganan 20% menos salario que los hombres esto es, por cada 100 dólares que ganan los hombres, las mujeres perciben 80 dólares (iii). Sin embargo, este dato no da cuenta de la profunda brecha salarial de las mujeres trabajadoras del hogar y de otras mujeres del sector informal de la economía, aquí los salarios son considerablemente inferiores. En Argentina y Brasil, por ejemplo, la brecha supera el 60% comparado con remuneraciones de otros sectores (OIT, 2021, en Balance del Convenio 189 de la OIT en 8 países de América del Sur, CONLACTRAHO, CLADEM y CARE) (iv).
• Violencia en el lugar de trabajo: En el mundo del trabajo remunerado del hogar-TRH la violencia, discriminación y desigualdad que viven las trabajadoras son sistemáticas y estructurales, y se apoyan en una trama histórica y compleja de relaciones desiguales de poder y patrones culturales de género, clase, raza, etnia y edad.
• Trabajo de cuidado no remunerado: En las mujeres recae una alta sobrecarga y tiempo de dedicación de trabajo doméstico y de cuidado no remunerado en el propio hogar, lo cual limita su participación en el mercado laboral a pesar de su enorme contribución a las economías de los países por este concepto. Según la CEPAL el trabajo no remunerado en los hogares representa un 20,0% del PIB en Colombia, 22,8% en México (2019), 25,3% del PIB en Costa Rica.
En la mayoría de los países de América Latina y el Caribe, el trabajo doméstico es la puerta de entrada al mercado laboral para las mujeres de los sectores económicamente más empobrecidos, con menor posibilidades de acceso a la educación y que viven en un entorno de mayor exclusión social. Adicionalmente ha sido fundamental para facilitar la inserción laboral de muchas mujeres de sectores de ingresos medios y altos, que contratan trabajo doméstico ante la insuficiencia de políticas de conciliación entre el trabajo y la familia en sus países.
Sensibilizar a este sector es un compromiso pendiente de los gobiernos de la región para avanzar en el cumplimiento de los estándares de trabajo decente contenidos en el C-189 OIT, ratificado por 18 países de la región.
En los últimos seis años el programa regional “Igual Valor Iguales Derechos” de CARE ha invertido y acompañado el fortalecimiento de más de 40 sindicatos y organizaciones de trabajadoras domésticas afiliadas a la Confederación Latinoamericana y del Caribe de Trabajadoras del Hogar; estudios claves sobre el C-189 OIT sustentan con evidencias el diálogo con gobiernos y tomadores de decisiones. La alfabetización digital forma también parte de los logros del proyecto, a través del desarrollo de aplicaciones móviles con las que más de 11 mil trabajadoras de Brasil, México, Colombia y Perú acceden a información clave para conocer y ejercer sus derechos laborales, así como para estar libres de violencia y acoso en sus lugares de trabajo. La profesionalización del trabajo doméstico y de cuidado dio un paso significativo con el lanzamiento de negocios sociales en Colombia y Ecuador y el inicio de uno en México, liderados por los sindicatos y organizaciones de trabajadoras del hogar, que aportan al avance de su empoderamiento individual y colectivo.
Acciones conjuntas interinstitucionales permitieron, durante la XV Conferencia Regional de la Mujer de CEPAL (Nov, 2022), emitir una carta abierta a los gobiernos exhortándolos a que adopten políticas, normativas institucionales y administrativo-operativas necesarias para la inclusión de las trabajadoras remuneras del hogar y de las cuidadoras no remuneradas a los sistemas de seguridad social, como un medio indispensable para la justicia social y la sostenibilidad de las sociedades del cuidado en la región.
Sobre CARE:
Somos una confederación mundial de organizaciones que trabaja en la lucha contra la pobreza y la injusticia social
en el mundo, con un enfoque específico en el empoderamiento de las mujeres y las niñas.
i CEPAL, 2021
ii CEPAL, 2021
iii OIT, 2022
iv Confederación Latinoamericana y del Caribe de Trabajadoras del Hogar-CONLACTRAHO. Comité de Latinoamérica y el
Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer-CLADEM
SINDICATO DE TRABAJADORAS DEL HOGAR PRESENTA OBSERVATORIO DEL TRABAJO REMUNERADO DEL HOGAR Y CUIDADOS EN HONDURAS
El Sindicato Nacional de Trabajadoras y Trabajadores Remuneradas del Hogar