En la soleada aldea La Mealler, en El Progreso, Yoro, al norte de Honduras, un grupo de mujeres se reúne bajo la sombra fresca del patio de una lideresa comunitaria. El paisaje, que alguna vez fue territorio de extensos campos bananeros, ahora está cubierto por el cultivo de palma africana, reflejando los cambios en la economía local. Allí, entre voces decididas y cuadernos en mano, conversan sobre la puesta en marcha del Plan de Acción Comunitario que diseñaron juntas para promover el reconocimiento del Trabajo del Hogar y de Cuidados, remunerado y no remunerado.
Su agenda incluye campañas sobre los deberes compartidos en el hogar, espacios de autocuidado para las mujeres y acciones para sensibilizar a hombres, jóvenes y niñas sobre la importancia de los cuidados como un pilar de la vida comunitaria.
Estas mujeres, muchas de ellas madres, trabajadoras del campo o cuidadoras, han aprendido que organizarse cambia la forma en que se miran a sí mismas y a su comunidad.
“Cuando nos unimos, nos ayudamos mutuamente, aprendemos nuestros derechos y nos motivamos a crecer. Juntas desarrollamos autonomía y fortalecemos nuestro liderazgo”, coinciden al recordar cómo comenzó este proceso.
En Honduras, el trabajo del hogar y de cuidados sostiene la vida cotidiana del país, pero continúa siendo uno de los sectores más invisibilizados y precarizados, especialmente para mujeres, adolescentes y niñas. Las trabajadoras del hogar remuneradas enfrentan salarios por debajo del mínimo, falta de seguridad social y largas jornadas sin regulación. Y, en la mayoría de los hogares, las mujeres dedican más del triple de tiempo que los hombres al trabajo de cuidados no remunerado, sin reconocimiento económico ni protección social.
La falta de políticas públicas con enfoque de género profundiza esta desigualdad. Por eso, desde sus comunidades, las mujeres impulsan la dignificación del Trabajo del Hogar y de Cuidados, apoyando acciones como la ratificación del Convenio 189 de la OIT y la creación de un Sistema Nacional de Cuidados que garantice derechos tanto a quienes cuidan como a quienes reciben cuidados.
A través de la iniciativa Hora de Cuidar, las comunidades fortalecen su voz colectiva. Con el acompañamiento de CARE Honduras, junto a organizaciones aliadas como el Centro de Estudios de la Mujer (CEM-H), el Consejo para el Desarrollo Integral de la Mujer Campesina (CODIMCA) y el Sindicato Nacional de Trabajadoras y Trabajadores del Hogar (SINTRAHO), promueven el liderazgo, la corresponsabilidad y el reconocimiento del cuidado como un derecho humano.
En La Mealler, las mujeres lo expresan con claridad:
“Muchas de nosotras crecimos creyendo que cuidar era una obligación sin valor. Pero ahora sabemos que el cuidado sostiene la vida, y que también tenemos derecho a cuidarnos, a estudiar, a ser independientes y a exigir ser escuchadas”.
Al finalizar cada encuentro, las mujeres se despiden con una tarea, un compromiso y, sobre todo, la fuerza renovada de saberse acompañadas. Llevan consigo la alegría de lo compartido y la esperanza puesta en un futuro más justo, donde el trabajo del hogar y de cuidados sea reconocido como lo que realmente es: imprescindible para la vida.
