“Quedarse en casa está afectando mucho nuestra economía”

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Gladis Elizabeth Cabrera Ramos (23)

Microempresaria de la Cadena de Turismo, Río Grande, Intibucá, Occidente de Honduras
PROYECTO PROLEMPA

Mi nombre es Gladis Cabrera, tengo 23 años y vivo con mi madre en el centro de Río Grande, una comunidad indígena de 130 familias en el valle de Azacualpa, Intibucá. En esta región nos dedicamos a la agricultura y a la producción de artesanías.
Mi madre, se ha dedicado siempre al cultivo de frijoles, maíz y en algunos casos hortalizas. Mi padre, emigró a los Estados Unidos, hace 12 años trabaja abriendo zanjas y enterrando cableado eléctrico para poder pagar mis estudios y los de mis 7 hermanos. El trabajo de mi papá es pesado, realmente agotador, camina todo el día y pasa agachado haciendo agujeros y sacando tierra. Cumplió 57 años y quiere regresar porque está muy cansado, ya ha pasado demasiado tiempo lejos.

Me falta muy poco para terminar mis estudios y decidí poner un negocio para generar ingresos y ayudar a mi familia y a otras mujeres en la comunidad, así nació la empresa de tejidos artesanales “Lu Copi Copi”, iniciamos hace 4 años produciendo telas Lencas y gracias al apoyo de organizaciones como PROLEMPA logramos contratar a 8 compañeras, y confeccionar más de 50 tipos suvenires. Nuestro sueldo varía de acuerdo al producto que vayamos elaborando, pero se convirtió en nuestro principal ingreso.

Con PROLEMPA también recibí un diplomado como gestora de turismo, y nos apoyaron con capital semilla, $1,000 para invertir en nuestro propio local, después de 4 años estábamos felices de tener nuestro propio espacio, también compramos materia prima para continuar trabajando en la empresa. Como gestora de turismo, y con la ayuda de PROLEMPA, comenzamos a desarrollar el proyecto en la comunidad. Acá tenemos una cascada que tiene una longitud de 120 metros, la caída de agua más alta de Honduras y no se le ha dado prioridad, la idea es hacer un destino turístico para desarrollar económicamente nuestra comunidad.

Quedarse en casa está afectando mucho nuestra economía

Todo se ha complicado en los últimos meses, desde que comenzó el Coronavirus ni siquiera hemos podido vender nuestro producto, ya se cumplieron dos meses sin que nadie nos visite. Hace 15 días nos contrataron para elaborar un lote de 500 mascarillas, todas mis compañeras estaban muy felices trabajando, pero ahora no tenemos forma de hacerlas llegar a su destino, porque las calles están bloqueadas. Nos preocupa que cuando podamos hacerlo ya no las necesiten, hemos invertido todo nuestro material en las mascarillas y necesitamos ese ingreso para sueldos y volver a comprar tela y continuar trabajando.

Es realmente difícil querer pagar a las personas y no tener como hacerlo. Hace un mes que mis compañeras gastaron sus ahorros, la mayoría han vuelto a trabajar limpiando fincas, las contratan una vez a la semana y reciben solo L. 100 lps ($ 4.00 ), es su único ingreso durante la cuarentena.
Yo también he vuelto a trabajar en la finca de mi madre, mi padre no ha podido enviar dinero porque está en confinamiento y no puede trabajar. Quedarse en casa está afectado mucho nuestra economía.

Vivimos aislados, con hambre y hemos perdido contacto con la comunidad
En mi comunidad, las familias son bastante grandes, las mujeres tienen entre 6 y 12 hijos, entre más hijos tienen, menor es el acceso a alimentos y mayor es la pobreza. Estas personas se ganan la vida limpiando milpas y algunas se van a las ciudades cercanas para trabajar el día y enviar dinero a sus familiares, pero las cosas están cambiado muy rápido, todas estas personas han regresado a sus casas y han perdido sus ingresos.

Algunas familias se sostienen con cultivos de papa, frijoles y maíz, pero a una escala muy limitada. Mucha gente está perdiendo los cultivos de arroz y maíz porque no pueden darle seguimiento, no pueden comprar los insumos, y si no abonan y tampoco fumigan no hay frutos, entonces, al final del día, la gente no tiene cosecha.
También hay familias que pueden sembrar en sus patios, pero no cultivan porque no hay semillas disponibles, entonces, tienen que comprar el maíz y los frijoles para poder comer, no pueden producir nada, algunas buscan otras formas de alimentarse, hay quienes lo hacen solo con plátanos.
Las familias más pobres tampoco están saliendo de sus casas para protegerse del coronavirus, pero están sufriendo hambre, su principal sustento es el maíz y ya no tienen. En Río Grande ya no hay alimentos, las pulperías están bacías porque cerraron todas las entradas y no están dejando pasar los camiones para abastecimiento.
Vivimos aislados, con hambre y hemos perdido contacto con la comunidad.

Gladys es líder en su comunidad, estudia su licenciatura en pedagogía a través del sistema de educación a distancia en la Universidad Nacional Autónoma de Siguatepeque.
Participa en el Proyecto PROLEMPA como gestora turística. Actualmente, participa en la organización de su comunidad para que puedan incorporarse a una modalidad de capacitación en línea Y continuar desarrollando sus emprendimientos en un nuevo contexto de distanciamiento social por COVID-19 impulsado por PROLEMPA..

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