¿Honduras tiene nombre de mujer?

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Por: Maite Matheu

Directora de País CARE Internacional en Honduras

 

Cada 25 de enero recuerdo el poema de la poetisa Juana Pavón, que afirma que “Honduras tiene nombre de mujer” y me pregunto: Si Honduras es una mujer y más de la mitad de su población somos mujeres ¿por qué vivimos en un país que parece exterminarlas?

 

Es sumamente preocupante la escalada de femicidios que estamos viendo en el país y que lo ubica en el quinto lugar más peligroso en el mundo para ser mujer, sumando más de 400 mujeres asesinadas entre 2023 y 2024*.  Con más de una muerte violenta de al día; nos encontramos en una situación inimaginable para la sociedad, pero en especial para las hijas, hijos y familias que quedan marcadas para siempre por el dolor y la pérdida.

 

Los femicidios en Honduras tienen profundas raíces en la desigualdad de género y la construcción socio cultural del significado de ser mujer, con normas sociales permisivas para comportamientos violentos contra de las mujeres y las niñas.  El hecho de que, en Honduras, las mujeres y las niñas son las que enfrentan mayores riesgos frente a las violencias no es una casualidad, sino el resultado de un sistema de ideas y creencias que continúa sostenido por las principales instituciones de la sociedad.

En CARE Honduras hemos priorizado la promoción y la defensa de los derechos de las mujeres y las niñas, no solamente porque es un tema de justicia social, sino porque está demostrado que cuando las mujeres tienen los mismos derechos y oportunidades, las sociedades avanzan de manera más rápida que en entornos donde prevalecen barreras para su integración a la sociedad.  La violencia de género es una de las principales barreras para lograr sociedades más equitativas.

Recientemente, durante mi visita a una comunidad, escuché a una madre relatar la historia sobre su hija, quien dejó de asistir a la escuela a causa del acoso del que era objeto por parte de su maestro.

Su hija, que ahora era una mujer adulta y quien no regresó jamás a la escuela después de esto, tampoco logra encontrar un trabajo estable y se dedica a cubrir turnos como mesera ocasionalmente, cuando de vez en cuando la llaman de algún restaurante para cubrir a otras personas.   Apenas logra unos pocos ingresos para la subsistencia de sus pequeños hijos.  Esta historia es el común de muchas niñas en Honduras que no encuentran un sistema de protección para ejercer plenamente sus derechos ni en la escuela, ni en sus casas ni en las comunidades.

En CARE Honduras, estamos convencidas de que, para cambiar esta dura realidad, el trabajo mano a mano con redes de mujeres y organizaciones feministas que llevan años levantando sus voces en contra de los femicidios, es vital, así como la articulación con todos los actores de la sociedad.  Desde hace mucho tiempo las organizaciones ya tienen muy clara la ruta y desde las primeras campañas públicas -hace más de 15 años- situaban en el centro de sus demandas la necesidad de mejorar la investigación, la creación de los juzgados especializados y la promoción de campañas de prevención.

 

Estas demandas siguen siendo relevantes, y ahora más que nunca, se necesita que toda la sociedad se comprometa desde el papel que a cada actor le compete, y comprendiendo que el Estado es el garante de los derechos y de la protección de la vida de las mujeres.

 

Estamos también trabajando en ello con diversos sectores como los gobiernos locales, la academia y el sector privado. Con este último, y abordando la enorme responsabilidad para la generación de espacios de trabajo libres de violencia, lanzamos una campaña hace pocos meses para la información, denuncia y generación de servicios de apoyo a mujeres sobrevivientes.

Y es que el camino continúa, y marchamos a paso firme:  nos sumamos y respaldamos las voces que reclaman protección, justicia y acceso a derechos. Somos muchos los actores involucrados en cambiar esta realidad en donde cientos de mujeres y niñas hondureñas son hostigadas, agredidas, desaparecidas y asesinadas. Porque no lograremos nunca el desarrollo sostenible, ni habrá justicia, prosperidad ni paz mientras las mujeres no tomen el lugar y el liderazgo que les corresponde.

*Centro de Derechos de la Mujer, 2024.

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