En Honduras, los impactos de la pandemia por COVID-19 y las tormentas Eta e Iota tuvieron consecuencias desproporcionadas en la economía de las familias, especialmente aquellas lideradas por mujeres. La aceleración de la inflación y la escasa oferta de empleo se suman a los retos que ellas enfrentan. Además, las mujeres productoras de zonas rurales enfrentan barreras específicas que les impiden asociarse y acceder equitativamente al crédito para poder emprender o mejorar sus negocios. En respuesta a ello, CARE, junto a USAID y Cargill, ofrecen una respuesta integral en las zonas más afectadas, enfocados en contribuir a formar mujeres líderes en la toma de decisiones, de camino a la prosperidad inclusiva.
Es una cálida mañana de viernes en Santa Cruz de Yojoa, una pequeña ciudad justo a la orilla del único lago del Honduras, al norte del país. Al menos un centenar de personas, en su mayoría mujeres, se reúnen en una pequeña plaza en donde ya se siente el ambiente festivo: hoy, más de 114 emprendedoras culminan su ciclo de formación en Habilidades para el Emprendimiento y Modelo de Negocios, y reciben además un pequeño capital semilla para fortalecer cada uno de sus negocios.
Iris Zavala (34) es una de ellas. Mientras esta mujer de voz suave y sonrisa fácil sostiene orgullosa su recién obtenido diploma entre las manos, rememora: “yo siempre tuve madera de emprendedora, solo que no sabía cómo hacerlo. Entonces tenía un pequeño negocio de helados que no me daba resultados. Trabajaba mucho, pero no miraba los beneficios”.
Esta vendedora de helados artesanales -residente de una pequeña villa en el área rural de Santa Cruz de Yojoa, llamada El Achotal- se integró entonces a los ciclos de formación en negocios y administración que Futuros Prósperos junto a su socio el Centro de Desarrollo Empresarial Valle de Sula ofrecen. Ahí se preparó a potenciar sus habilidades natas de emprendedora: “aprendí a llevar la contabilidad, a hacer mejores compras, a llevar inventario y a ahorrar para reinvertir”.
“Fue un cambio total, comencé a ver los resultados casi de inmediato”. Iris dirige su mirada hacia su hija de quince años, que aspira a ser odontóloga y que la observa desde lejos. Le sonríe, sabe que su hija, al igual que ella, está más cerca ahora más que nunca de alcanzar sus sueños.
Ana Maria Padilla (37), vecina de Santa Cruz y reciente propietaria de un negocio de ropa y una pequeña tienda abarrotes, narra una historia similar. “Dijeron que eran cursos para mujeres de negocios. Yo en ese tiempo no lo era, pero me gustó imaginarme como empresaria, así que fui.” Ana María es una mujer jovial, decidida y dueña de un hermoso cabello negro. En sus manos se pueden notar el trabajo y esfuerzo que durante años ha realizado para ayudar al sostén de su familia.
Junto a la formación en negocios, Futuros Prósperos hace una fuerte apuesta por el empoderamiento de las mujeres y el trato igualitario entre hombres y mujeres. “Lo que más me gustó fue cuando me explicaron que las mujeres no somos menos que los hombres”, continúa Ana María. “Vengo de una familia en donde las mujeres solo podíamos dedicarnos al hogar mientras los hombres salían a trabajar. Mi madre no sabía leer ni escribir. Siempre creí que para emprender yo necesitaba que mi esposo lo hiciera por mí”.
Cuando Ana María llegó al primer taller de marketing, supo que estaba en el lugar indicado, “me abrió los ojos”, expresa emocionada. “Ahora, como dueña de mis dos negocios, mi máxima satisfacción es hacer que mi madre se sienta orgullosa de mí”.
Tanto Ana María como Iris son ahora emprendedoras exitosas que a su vez replican los aprendizajes y experiencias con amigas y vecinas de sus comunidades. Como lo comenta Iris con su amplia sonrisa, “Yo lo hago porque me di cuenta de que las mujeres necesitamos saber estas cosas. Porque hay espacio para que todas prosperemos y, sobre todo, que es importante organizarnos, porque eso es lo que nos hace más fuertes”.
Sobre Futuros Prósperos:
Futuros Prósperos es una iniciativa que CARE, con el apoyo de USAID y Cargill, implementan en la zona norte y centro de Honduras y en donde más de 250 mujeres se preparan -para mejorar sus fuentes de ingreso y generar un entorno de trabajo seguro y más equitativo en áreas urbanas y periurbanas.
